Por lo tanto, Vodafone deja claro, bien claro, que España ya no es un objetivo prioritario. Con este reconocimiento de la dura realidad en nuestro país -Vodafone está condenada a un papel muy menor frente a Telefónica y la fusión que viene de Orange y MásMóvil- y con los ingresos fiscales por debajo ya de los 4.000 millones de euros, la compañía transmite una imagen de debilidad que afectará al potencial proceso de venta.
El pasado mes de abril ya se filtró el presunto interés de grandes fondos como Apollo o Apax Partners por la filial española. Y se puso un precio de alrededor de 4.000 millones de euros a esas muestras de interés. Una cifra que sorprendió a propios y extraños por rácana. Quedaba muy claro que los fondos estaban deslizando precios de derribo a la vista de que el negocio español de Vodafone no dejaba de perder tracción.
A primera vista, parece un precio inaceptable para Vodafone. Conviene recordar que el grupo pagó 7.200 millones por Ono hace una década para luego fusionarla con su filial española. Fue el comienzo de una larga carrera de destrucción de valor en España, con negociaciones de fusión con MasMóvil por el camino, que ahora parece obligar a tomar decisiones drásticas. "Vodafone tiene que cambiar", ha dicho Della Valle ante la comunidad inversora.
Pincha en Italia y Alemania también
"Vodafone también ha pinchado en otros mercados clave como Italia, Alemania o Reino Unido, en el ejercicio fiscal que acabó el 31 de marzo. Pero en ninguno de esos mercados tiene una posición menos competitiva que en España. El grupo necesitaba un golpe de efecto para demostrar que se van a empezar a tomar decisiones, y el aviso sobre el mercado español era el más obvio para empezar", señalan fuentes del sector.
Con estas cartas sobre la mesa, y a la vista de que Vodafone parece tener prisa, en el mercado se tiene claro que los potenciales compradores van a intentar ajustar el precio lo máximo posible, a la vista de que el grupo sigue perdiendo clientes a velocidad de crucero. Y por detrás sigue empujando la rumana Digi, a la que algunos ya señalan como un posible comprador. Habrá que ver sus posibilidades financieras reales.
En el mercado se especula con la venta de la totalidad de los negocios en España. La opción de vender sólo el negocio de cable parece muy difícil, porque tiene poco atractivo en pleno crecimiento de la fibra. La razón es que el comprador tendría que afrontar fuertes inversiones de mejora en la red. Y eso significa que sólo podrían plantear ofertas muy a la baja. Optimar el precio pasaría por venderlo todo.
"El mercado está reclamando a Vodafone movimientos rápidos y audaces, y eso pasa por tener que aceptar en algunos casos valoraciones a la baja, o muy a la baja. No pueden esperar mucho más si quieren cambiar el rumbo de la compañía", señalan fuentes del sector. Con el despido de 11.000 trabajadores por delante y con la cotización muy deprimida en bolsa, al grupo se le acaba el tiempo.